El inicio de la historia de hoy se remonta a un par de meses atrás. Yo, en mi afán por contar con la máxima información posible, me puse en contacto con la oficina de turismo de la prefectura de Oita, a la que pertenece Beppu, para ver si me podían facilitar cualquier información sobre sitios que visitar en la ciudad, además de los ya conocidos Infiernos de Beppu, ya que estaría viajando por el país recabando información para la página web.
Cual fue mi sorpresa, que al poco me contestaron, pero no para enviarme algún panfleto o indicaciones vagas, sino para ponerme en contacto con una persona de la oficina de turismo de Beppu, quién se encargaría de guiarme por la ciudad y enseñarme los puntos más turísticos. Yo la verdad es que flipé un poco, porque pensé que tal vez se creían que era alguien importante dentro del sector o algo similar, así que les comenté que no necesitaba tantas molestias por su parte y que con que me enviaran información me valía. Pero insistieron, y así comienza el día de hoy.
Un paseo por los Infiernos:
A las 10:00 A.M. había quedado con alguien de la oficina de turismo de Beppu, que por el nombre pensé que era una chica, pero me equivoqué, y finalmente resultó ser un hombre, que encima iba acompañado por un guía que sería el que me iría comentando las cosas en inglés. Ante tanto despliegue me sentí un poco abrumado, porque no dejo de ser un viajero que está recorriendo Japón en solitario, aunque luego lo plasme todo en una web, pero a caballo regalado...
Nos subimos al coche y pusimos rumbo al primero de los Ocho Infiernos de Beppu, al cual puedes llegar igualmente tomando un bus desde la estación de trenes de Beppu. Cuando escriba la guía sobre la ciudad daré más detalles de todo esto. Yo iba preparado con mi dinerito para pagar el pase que incluía la entrada a los ocho infiernos, pero lo que no sabía es que la generosa oficina de turismo de Beppu tenía pensado correr con todos los gastos ese día. Bueno, con el de las entradas no, porque ellos tienen un pase VIP y les dejan pasar sin poner un solo yen.
Imagino que por ser domingo también influye, pero aquello estaba hasta los topes de turistas. Orientales, eso sí, porque occidentales vi cuatro, y lo digo literalmente, cuatro. Fuimos yendo de un infierno a otro, con agua hirviendo por aquí y por allá, unas de color rojo, otras de color azul, otras que apestaban a huevo podrido. Y hablando de huevos, me invitaron a probar un huevo duro (huevo cocido para quien no entienda a un canario como yo), y la verdad es que estaba bueno. Al quitarle la cáscara era de un color similar al del mismo envoltorio, imagino que por los efectos de las aguas termales, pero sabía bien.
Otra cosa que me encantó probar fue un pudding, un flan de toda la vida, vamos. Era casero y hecho con el calor de las aguas termales, y estaba espectacular. Los venden en alguno de los infiernos, así que no dejen de probarlos cuando pasen porque están de vicio.
Lo malo que tenía ir con guía es que íbamos un poco acelerados, y a mi me gusta ir a mi propio ritmo, explorando por aquí y por allá. Pero no voy a quejarme porque encima que entré de gratis me ahorré estar esperando el bus que te lleva por el recorrido, que con el calorcito que hacía hoy (si a 16 grados se le puede decir calor) era de agradecer que te llevaran. Además se me escaparon un par de sellos de esos que voy coleccionando, los de tinta que se encuentran a la entrada de algunas visitas turísticas, y eso es algo que me toca la moral, porque yo por un sello de esos mato. Así que si alguno de los lectores de la web pasa por los infiernos y me quiere mandar un papelito con los sellos que me faltan me hará una persona feliz ^_^.
Resumiendo sobre el tema de los Infiernos. Es algo que está curioso de ver, mejor sin tanta aglomeración de turistas, aunque no lo encuadraría dentro de mis sitios favoritos. Tras la visita a los infiernos me llevaron a comer a un restaurante cercano que además es un onsen, siendo por lo visto un lugar muy conocido en Beppu, el Hyotan Onsen. Habían distintos menús para pedir, y yo me decidí por uno de pollo en tempura, que además venía con arroz, sopa de miso, unos encurtidos y, como no, un huevo duro. Salía 900 ¥, que también insistieron en pagar los de la oficina de turismo a pesar de mi insistencia en pagarlo yo, y estaba muy bueno. Así que si están por esta zona y quieren comer bien por un precio medianamente económico, y luego probar las aguas termales, creo que es una buena opción.
Los monos del Monte Takasaki:
Otra visita que tenía planeada hacer antes de venir era la del Monte Takasaki, lugar conocido por sus monos. Son de la misma especie que los de Jigokudani, que para quien no los conozca, son esos que salen en los documentales metidos en aguas termales rodeados de nieve. Al poco de entrar ya comienzas a ver monos por aquí y por allá, por las escaleras, sobre tus cabezas en los árboles, y a tu espalda como te despistes. Recomiendan que no dejes tus bolsillos al descubierto, que no te acerques mucho y que no los mires a los ojos. Y puedo confirmar que son buenos consejos, porque más de uno se llevó un susto por no hacer caso y despertar la mala leche de los monos.
Tras subir unas escaleras que acabaron con mi aliento, llegamos a una zona donde les suelen dar de comer para que la gente los pueda ver con más calma. Aquello estaba a reventar de monos, aparecían de todos lados para llevarse su ración de comida, y la gente embobada mirándolos comer. Estuvimos unos minutos dando un pequeño paseo entre monos y me preguntaron que si quería echar un vistazo al acuario, que estaba justo al otro lado de la carretera. Y como no tenía nada mejor que hacer pues para allá nos fuimos.
El acuario Umitamago:
Pues como decía, volviendo sobre el paso elevado que va por encima de la carretera llegamos al acuario, que realmente pertenece a la ciudad de Oita y no a Beppu, según lo que me comentaron. La entrada es saladilla (2.200 ¥), que en circunstancias normales no la habría pagado, pero como hoy pagaba la casa pues para adentro. El acuario en sí es pequeño, dividido en un par de plantas con distintas especies de la bahía de Beppu, así como otras provenientes del Amazonas, y desconozco si de alguna otra parte. Cuando llegamos estaban en medio de un espectáculo con unas morsas enormes y un niño que sujetaba un tubo con un pez. No se de qué iba la cosa, pero los niños se lo pasaban pipa.
Luego seguimos dando una vuelta por el resto del acuario, con sus diferentes especies y demás, hasta que llegamos a una zona donde por lo visto la gente puede interactuar con algunas especies, como estrellas y pepinos de mar. El guía quiso que cogiera un pepino de mar, pero como que no, así que lo acabó cogiendo él, y luego una estrella que al volverla a poner en el agua la dejó del revés. Y como no me gusta nada que estén molestando a los animales, sean los que sean, quise volver a ponerla derecha, pero como se me da fatal calcular las distancias y las profundidades, no me subí lo suficiente la manga de la chaqueta y acabé con la mitad empapada. Todo sea por ahorrarle estrés al pobre bicho.
A la salida me invitaron a probar unos helados que son típicos de Beppu, aunque a mi me tocó uno de vainilla puro y duro, así que no se hasta qué punto es eso típico de allí. Eso sí, el helado estaba muy bueno, y el día estaba perfecto para tomarse uno mirando al mar. Terminados los helados era hora de acabar con el tour, así que amablemente me llevaron de vuelta al hotel, agradeciéndoles eternamente las molestias que se tomaron y toda la información facilitada, que espero plasmar en futuras guías sobre la zona.
En conclusión, Beppu es una ciudad a la que se le puede dedicar un día si vas a hacer una ruta por Kyushu. Tiene algo más que los conocidos Infiernos, pudiendo disfrutar de sus aguas termales o probando algo típico de la zona. Más allá de un día o día y medio no creo que haga falta dedicarle, que es justo el tiempo que permaneceré aquí, ya que mañana vuelvo a cargar con la maleta hasta mi siguiente destino.
Agradecer una vez más a la Oficina de Turismo de Beppu su esfuerzo y el tiempo dedicado para que alguien como yo pudiera conocer un poco mejor su ciudad. Como podrán ver he sido bastante sincero en mi valoración, así que posiblemente ninguna otra oficina de turismo repita una invitación como esta, pero oye, esto que me he llevado ;).
Y en este ratito que ha pasado desde que volví al hotel me ha dado tiempo a poner una lavadora, en medio de eso he ido de nuevo al onsen del hotel, que yo pensaba que no me dejaría con tanto sueño como anoche si iba más pronto, pero estoy que me caigo. Encima un señor mayor japonés se empeñó en mantener una conversación en japonés conmigo mientras yo estaba en pelota picada, y por más que le decía que no entendía lo que me decía él seguía.
Después de la charla al desnudo he puesto una secadora, que no es plan de ir con la ropa mojada por Japón. Así que hoy he acabado de hacer todo bastante prontito. Aunque posiblemente esta noche me acerque a un restaurante de ramen, con pinta cutre de esos que me gustan, que llevo mirado desde casa. Ya les contaré mañana qué tal. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!.
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