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Directo a Japón 2018 - Diario de viaje (Día 4) - Naha (Okinawa)

Día de tormenta, un castillo escondido y piedras resbaladizas

03 de Marzo de 2018

     Pues a lo tonto ya vamos por el cuarto día de viaje, y seguimos en la ciudad okinawense (si es que se dice así) de Naha. La mañana me recibió con una estupenda y maravillosa tormenta, con una cantidad de lluvia que no era normal, y que estuvo cayendo durante varias horas, con algún que otro trueno de regalo.

Ante este panorama, y viendo que salir en ese momento no era viable, me dediqué a ver un poco la tele japonesa (adoro sus anuncios) y a comprobar que el Netflix de Japón es mucho más acorde a mis gustos que el de España. Una pena que no entienda nada y que no hayan subtítulos, ni en inglés siquiera. Al final acabé viendo alguna cosa que encontré con subtítulos en español, pero que es lo mismo que puedo ver en casa, así que nada.

  • En busca del castillo Shuri:

Finalmente, cuando ya era algo más de la una de la tarde, me decidí a salir aunque siguiera lloviendo, pero es que me estaba dando hambre y no tenía nada en el apartamento. Así que me pasé por la recepción y les pedí un paraguas, que me prestaron amablemente. En vista de la que estaba cayendo decidí comer en un restaurante de ramen que hay justo bajo el edificio. Lo vi el primer día, y casi siempre está vacío, pero la verdad es que el ramen estaba bueno, no maravilloso, pero pasable.

 

 

Tras terminar de comer fui a la estación del monorrail que está más cerca del apartamento, no sin antes pasar por el konbini a por una botella de agua. El señor que me cobró miraba raro y no dejaba de hablar todo el rato con la mirada perdida, la verdad es que daba un poco de yuyu, así que cogí mi botella y salí con paso rápido. Para llegar al castillo de Shuri hay que bajarse en la parada con el mismo nombre, que además es la última del recorrido. A partir de ahí te deseo mucha suerte en la búsqueda, porque si no tienes Google maps a mano lo vas a tener complicado para llegar. Y es que parece que en Naha no están muy acostumbrados al turista occidental, porque la escasez de letreros indicativos es alarmante. Al rato de empezar a caminar veo el primero, indicando que siga en una dirección determinada durante 1,1 kilómetros. Me fijé en que el resto de turistas (japoneses incluidos) que bajaron conmigo del monorrail iban tras mi paso, sin saber que estaba igual de perdido que ellos.

A los 100 metros o así aparece otro cartel que indica la misma dirección....y ya, porque no aparecieron más carteles. Y no, no era siguiendo recto todo ese camino. En un momento dado había que girar a la izquierda y a nadie se le ocurrió poner alguna indicación. Así que tirando de internet encontré un camino que llevaba al comienzo de la zona del castillo (imaginen todo esto mientras no paraba de llover). Iba a realizar la ruta gratuita, ya que hay una parte del complejo que es de pago, pero teniendo en cuenta que tenía zonas en obras y la que estaba cayendo pues no me pareció interesante pagarlo. Algo que me gustó fue encontrar distintos pedestales con sellos de caucho, y si te preguntas por qué me gustó es porque desde mi primer viaje tengo una pequeña libreta donde voy recopilando todos los sellos de este tipo que encuentro, que a lo largo de Japón son muchos y variados.

En uno de estos pedestales se me acercó uno de los vigilantes del recinto, que era un señor mayor vestido de la época de mayor esplendor del castillo, y se interesó por mi libreta, así que pasamos unos minutos repasando algunos de mis sellos, como los de Kioto, Miyajima y demás. Me gustó ver las caras que ponía con algunos de ellos, como si le pareciera extraño que un occidental coleccionara este tipo de cosas que en un japonés sería más normal. En una zona determinada del recorrido habían varios carteles que te advertían del peligro de una especie de serpientes de la zona, y si sumamos que las serpientes no me hacen mucha gracia con que al estar lloviendo se escuchaban ruidos de hojas moviéndose todo el rato, pues fue un paseo curioso. Saqué las pocas fotos que la lluvia me permitió y seguí con la ruta.

 

 

  • El camino de piedra Shurikinjocho:

A la salida del castillo me había propuesto recorrer parte de una calle asfaltada de forma peculiar con una piedra especial. Sobre el papel parecía buena idea, pero con la que estaba cayendo la piedra se había vuelto bastante resbaladiza, y encima habían caido hojas que lo hacían más peligroso, sobre todo si tenemos en cuenta que el camino era de bajada todo el rato. Pero con lo que me costó llegar hasta allí no me iba a volver atrás, así que comencé a bajar como buenamente pude. Durante un buen rato me encontré prácticamente sólo, bajando por el pavimento de piedra y callejeando por los rincones que me parecían más interesantes, hasta que llegó un momento en que pensé que si pretendía volver a la estación del monorrail tenía que volver sobre mis pasos, y era todo cuesta arriba. Así que dejé de bajar y comencé a subir la cuesta de nuevo. El camino de regreso lo hice por otra zona, una calle más residencial y que carecía de aceras, así que cada vez que pasaba un coche tenía que alejarme, porque entre el paraguas y los charcos al borde de la carretera habían bastantes posibilidades de salir más mojado si cabe de allí. Finalmente llegué a la estación, medio empapado, pero llegué, y estaba tan cansado de tanta cuesta y escalones que decidí volver al apartamento, sobre todo teniendo en cuenta que seguía lloviendo.

 

 

Y poco más puedo comentar de este día pasado por agua. Es algo que puede pasar en cualquier viaje, pero viendo el buen clima que me llevaba acompañando desde que aterricé en Japón pues me fastidió que pasara esto, pero bueno, es algo que nos puede pasar a cualquiera. Al menos aproveché que llegué pronto para hacer la colada y llamar a la familia. Eso sí, cuando volvía de lavar la ropa, miro al cielo y estaba despejadísimo...

Y aquí estoy ahora, con un partido de béisbol de la selección japonesa en la tele, escribiendo el diario y enganchado a unas galletas digestivas con chocolate del Family Mart que están de vicio. Creo que ahora tocará buscar algo que ver y a planificar el día de mañana, si es que el tiempo lo permite.

 

 

Muchas gracias si has llegado hasta el final del capítulo de hoy. Si te está gustando lo que hacemos déjanos algún comentario o sugerencia sobre algo que te interese saber sobre Japón, e intentaremos responderte. ¡Un saludo y hasta mañana!

 

 

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