Pues aquí estamos de nuevo, tras unos días de "descanso" del blog. El motivo es que tenía gente a la que acompañar por Tokio y no era plan de dejarla de lado para ponerme a escribir, además que en Tokio estaré mucho más tiempo dentro de unos días, así que habrá información de sobra cuando vuelva.
Pero resumiendo, han sido días de moverse entre hordas de turistas locos por la primavera japonesa y el sakura. Han habido momentos en que era casi imposible moverse, pero otros en que hemos vivido momentos espectaculares viendo a los japoneses disfrutar del hanami. Sin duda es una experiencia que recomiendo vivir al menos una vez en Japón.
Nos hemos movido por varios barrios de Tokio, como Asakusa, Ueno, Roppongi (donde al fin pude conocer en persona a Álvaro, alias Algogoku), Harajuku, Shibuya, Akihabara y algún otro que seguro me dejo en el tintero. Además visitamos la ciudad de Kamakura, con sus templos y el Gran Buda, para luego hacer un alto en el camino en Yokohama, donde vivimos una tarde bajo el sakura en un ambiente festivo por el hanami, con la gran noria de fondo. También hubo tiempo de conocer la ciudad de Narita, de regreso del aeropuerto, y que me sorprendió positivamente (recomendable la visita al templo Naritasan y el paseo por Omotesando), así como algunos puntos de la ciudad de Chiba, donde me pasé por un par de Book-Off Super Bazaar que me encontré y donde hice algunas compras.
Hecho este breve resumen, ya es hora de volver a poner en marcha el diario de viaje, y comenzamos con la salida de Tokio hacia la región de Sendai, más tristemente conocida por ser la zona más castigada por el tsunami de 2011.
Como viene siendo costumbre, la mañana comenzó yendo hacia la estación de Ueno a tomar el shinkansen que me llevaría a la ciudad de Sendai, capital de la prefectura de Miyagi, y la ciudad más grande de Tohoku. Esta vez tomé un tipo de shinkansen algo distinto a los que cogí anteriormente, el llamado Hayabusa, que sí está incluido en el JR Pass. Su rasgo más característico es su color verde, aunque en esta ocasión iba enganchado al shinkansen Komachi, de color rojo, del cual se separaría en un punto del trayecto para que cada uno fuera luego por su lado.
El trayecto entre Tokio y Sendai duró algo más de 80 minutos, los cuales me los pasé viendo capítulos de Dragon Ball Super, anime que tenía abandonado desde hace bastante y que tengo intención de acabar antes de volver a casa. Ya en Sendai, lo primero que noté fue la tranquilidad de poder caminar sin chocar con miles de personas, cosa que pasaba en Tokio a diario. Tal vez sea mi percepción, pero nunca antes había visto a tanta gente en la capital de Japón.
Lo siguiente fue dirigirme al hotel, que se encuentra a escasos 3-4 minutos de la estación de Sendai. En esta ocasión he optado por el Hotel Vista Sendai, sobre todo por la cercanía, y por estar en la media de precios de la ciudad. Como llegué bastante pronto, dejé el equipaje en recepción y volví a la estación para coger un tren que me llevaría a Matsushima, zona a algo más de media hora de Sendai, famosa por su bahía y por tener, según dicen, uno de los tres mejores paisajes de Japón.
Ya de camino en el tren comencé a ver que en algunas zonas aún estaban reparando desperfectos del tsunami, mayoritariamente en zonas próximas a la costa. Y al llegar a Matsushima la cosa no cambió, ya que prácticamente todo el paseo marítimo estaba en obras, lo que ocasionó que no pudiera visitar el parque que se encuentra justo frente a la estación de Matsushimakaigan, la mejor situada para visitar la zona.
Algo que me sorprendió fue que había bastante turismo nacional, con algún que otro occidental, pero los que menos. En vista de que no podía ir al parque, me eché a andar hacia el norte de la estación, donde me encontraría el Templo Zuiganji, uno de los templos zen más importantes de Tohoku. Lo que más destaca de la entrada es el largo pasillo flanqueado por cedros que conecta el paseo marítimo con el acceso al templo. Paralelamente hay una serie de cuevas donde antiguamente se oraba, y en las que aun hoy quedan algunas estatuas, pero por desgracia la zona estaba acotada por obras y solo pude ver algunas desde lejos.
La entrada al templo cuesta 700 ¥, pero esta vez decidí no entrar al mismo, a pesar de que las obras de rehabilitación del interior del templo finalizaron en marzo de 2018, según pude consultar en internet. Aunque como tenía la duda de que quedara algo sin terminar, preferí quedarme fuera.
Volviendo sobre mis pasos, llegué de nuevo al paseo marítimo, donde pude ir comprobando que las ostras y demás alimentos marinos, son la especialidad del lugar. Había gran cantidad de puestos ofertando estos productos a los turistas, así que si te gusta este tipo de comida, aquí podrás ponerte las botas.
El siguiente punto en el itinerario era el Templo Godaido, una pequeña estructura que se encuentra en una minúscula isla a mano derecha del paseo marítimo. Para acceder hay que cruzar tres pequeños puentes que conectan la isla con la ciudad, siendo el acceso totalmente gratuito. Este templo alberga en su interior cinco estatuas consagradas por el mismo sacerdote que fundó el templo Zuiganji, aunque solo pueden verse una vez cada 33 años, y teniendo en cuenta que la última vez fue en 2006 creo que no iba a estar esperando hasta el 2039. Otro detalle en el que debes fijarte si pasas por aquí, es que en cada cara del templo, hay tallados tres animales de los doce que componen el calendario lunar.
Saliendo ya del templo y casi en la misma zona, encontrarás el castillo de Matsushima, el cual en un principio pensé que era parte de un restaurante o algo similar, en vista del pequeño tamaño y por estar prácticamente metido entre edificios. Siguiendo la ruta hacia el norte llegamos ya a la visita principal del día, la isla Fukuura, conectada a Matsushima por un puente de color bermellón de 252 metros de largo. Antes de cruzarlo deberás pasar por un pequeño local donde pagas 200 ¥ que te dan derecho a entrar y salir de la isla por el puente.
La isla en sí no tiene nada de especial, refiriéndome a que no alberga ningún templo o santuario importante, pero si te gusta la naturaleza y quieres disfrutar de unas vistas espectaculares de los cientos de islotes que rodean la zona, entonces no dejes de ir. El paseo por la isla es bastante agradable, con algunos miradores desde donde quedarte maravillado con el paisaje. Si hubiera venido al atardecer seguro que se ganaba el título de ser uno de los tres mejores paisajes de Japón. En menos de una hora puedes recorrer el islote sin problemas, parándote a sacar fotos y sentándote a disfrutar del momento. En algún punto tienes incluso la oportunidad de bajar a la playa.
Terminada la excursión por la isla, me puse en camino para volver a la estación. Cuando estaba esperando el tren, llegaron tres turistas occidentales, no se si americanos o qué, pero estaban dando una imagen penosa. Llegaron con una botella de vino en la mano, hablando entre ellos a un volumen excesivo y riéndose a carcajada limpia. Este tipo de escenas son las que hacen que a veces sienta vergüenza ajena de otros turistas, por lo que te pido que si vienes a Japón, o a cualquier otro país al que vayas a hacer turismo, se considerado y recuerda que en parte eres responsable de la imagen que se lleven de los turistas los habitantes del lugar.
Y por hoy se acabó, ya de vuelta en el hotel, el cual parece que tiene unos baños públicos que creo que voy a probar ahora mismo. Así que con tu permiso, me despido hasta mañana, donde saldré a visitar la ciudad de Sendai. ¡Nos vemos!.
Te dejamos por aquí el vídeo de aquel día para que puedas hacerte una mejor idea de lo que pudimos ver. Sin duda, cuando las obras de reconstrucción hayan terminado será un lugar que valga mucho la pena visitar, así que tenlo en mente para futuros viajes si te apetece salirte de lo típico. Si te gusta el contenido del vídeo recuerda que puedes suscribirte a nuestro canal de YouTube y darle al "like". ¡Gracias!.
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