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Directo a Japón 2018 - Diario de viaje (Días 36 y 37) - Aomori y Hakodate (Hokkaido)

Y llegamos al frío norte japonés

05 de Abril de 2018

     Antes de nada, disculpas de nuevo por no haber publicado nada ayer, pero es que tampoco había nada que contar. El motivo es que al llegar a Aomori, más al norte de Sendai, donde había acabado el capítulo anterior, me encontré con un tiempo horrible que no me permitió salir a visitar nada. Al llegar rondaba los 0º, y comenzaba a caer una fina lluvia, nada que por sí solo me impidiera salir a visitar la ciudad. Pero es que a los pocos minutos esa fina lluvia se convirtió en nieve, y empezó a caer con más fuerza, a la vez que el frío hacía bastante incómodo estar en la calle. Así que tomé la decisión de irme al hotel tras un primer intento de dar una vuelta por los alrededores de la estación.

Esa vuelta solo dio para sacar un par de fotos y grabar algún vídeo de la nieve, que por cierto era la primera nevada que presenciaba en persona en toda mi vida. Y por otra parte me sirvió para dudar de la clasificación de Tripadvisor en cuanto a ciertos restaurantes, y para que un tipo raro se me acercara en la estación ofreciéndose a enseñarme la ciudad y mencionando no se qué de un grupo de meditación. Llámenme desconfiado, pero al segundo de abrir la boca el tipo ya me pareció un loco, por lo que opté por darle largas e ignorarle a ver si se marchaba.

 

 

Y básicamente ese es elr esumen del día de ayer, sin olvidar la inmensa pantalla de televisión que había en mi habitación de hotel, creo que es la más grande que he visto nunca en cualquier alojamiento en el que haya estado, ocupaba media pared. Y ahora sí, vamos al día de hoy, que ha cundido bastante más.

  • Visita a Hakodate, una agradable pero fría sorpresa:

El tren partía a las 9:04 de la estación de Shin-Aomori, a la que había llegado en otro tren desde Aomori que tardó unos 5 minutos. Era un shinkansen Hayabusa, esos de color verde, y puedo decir que ha sido uno de los trayectos en tren más aburridos de mi vida. El motivo es que la mitad del trayecto lo pasé en un túnel, y es lógico porque Aomori y Hakodate están separadas por el mar, al estar Aomori en la isla de Honshu, y Hakodate en la de Hokkaido. La otra mitad fue entrando y saliendo de pequeños túneles o entre muros que ni dejaban ver el paisaje ni que hubiera conexión a internet, así que fue un trayecto de una hora sin nada reseñable.

Al llegar a la estación de Shin-Hakodate-Hokuto ya me llevé el primer golpe en la cara del frío norte japonés. Si me quejaba de lo de ayer, lo de hoy no se quedaba a la zaga. Rondando los 0º pero con una sensación térmica que me dejó loco, y teniendo en cuenta que los guantes y el gorro los tenía en el fondo de mi maleta, pues no me venía bien.

Desde allí tenía que coger otro tren hacia la estación de Hakodate, que tardaba sobre el cuarto de hora. Maldito el momento en que decidí ir a esperar ese tren al andén, casi me quedo en el sitio del frío. Por allí no paraba de ver a hindúes o pakistaníes (nunca se me ha dado bien diferenciarlos) con todo el abrigo del mundo sobre ellos, y yo pensando en mis guantes y mi gorro en el fondo de esa maleta a punto de reventar.

 

 

Ya cuando llegué a Hakodate no aguanté más y abrí la maleta en mitad de la estación. Me costó lo suyo volver a cerrarla, pero con mis queridos guantes y ese gorro que me hacía parecer un marinero ruso, ya era otra cosa. Menos mal que el hotel está prácticamente al lado de la estación, así que dejé allí mi maleta (como no, tenía que esperar hasta las 15:00) y empecé la ronda de visitas del día.

La primera parada era el Mercado matutino de Hakodate, el cual abre de 5:00 (desde las 6:00 en invierno) a 13:30. Se encuentra justo al lado de la estación, así que en un breve paseo de un par de minutos desde el hotel ya me encontraba entre puestos de pescado y marisco. Habían algunos puestos en la zona exterior, y otros tantos dentro de un edificio, estando separados por secciones de pescadería, frutería y otros artículos.

Se nota que es una ciudad costera, porque tenían una variedad de mariscos y pescados descomunal. Y no vean el tamaño de los cangrejos, con razón se hacen llamar cangrejo rey, según me contó un vendedor.

 

 

Tras pasear un rato entre los puestos, puse rumbo al siguiente destino, los antiguos almacenes de ladrillo rojo. Dando un paseo paralelo a la costa puede llegarse aquí desde el mercado en unos 10-15 minutos. Estos edificios son supervivientes de la época en que Hakodate se abrió al comercio exterior, sirviendo hoy en día para albergar un complejo de tiendas y restaurantes.

 

 

La visita está bien, habiendo un poco de todo en cuanto a tiendas, y la arquitectura es bonita, así que como paseo para tomar algo está muy bien. Cuando ya me recorrí todos los edificios, seguí andando hasta el distrito Motomachi, una zona que históricamente fue la residencia de aquellos mercaderes rusos, chinos y de otras tierras del oeste que llegaron a Hakodate en la época de apertura comercial.

Fruto de esa mezcla de influencias podemos encontrarnos con distintos edificios, tales como residencias de estilo colonial, una iglesia ortodoxa rusa, una iglesia católica, o el antiguo consulado británico, todo ello conviviendo entre templos budistas y santuarios. La verdad es que el resultado de esa mezcla de culturas me encantó, y me pasé un par de horas recorriendo sus calles.

Otro aspecto a destacar de esta zona son las distintas cuestas que encontrarás por este distrito, que junto con sus peculiares viviendas y algún que otro tranvía pasando por allí, seguro que te recordará un poco a la ciudad de San Francisco.

 

 

Me lo pasé genial paseando por la zona, y entrando a las distintas iglesias y templos. Algo que me sorprendió fue tener que descalzarme para entrar tanto a la iglesia ortodoxa rusa como a la católica. Eso sí que fue una mezcla de culturas en toda regla.

 

 

Además de por lo bonito del lugar, imagino que me gustó tanto el paseo porque prácticamente iba sólo por las calles, con algún que otro turista suelto, pero muy lejos de las aglomeraciones que he vivido en otras ciudades durante este viaje.

Tras pasarme a ver el viejo salón público de Hakodate, fui al otro extremo de Motomachi para coger el teleférico hacia la cima del Monte Hakodate, costando 1.280 ¥ el ticket de subida y bajada. Este teleférico tiene salidas cada 15 minutos, y opera de 10:00 a 22:00 (hasta las 21:00 desde mediados de octubre a finales de abril). Otra forma de acceder a la cima es cogiendo un bus que parte desde la estación de Hakodate, el cual cuesta 400 ¥ el trayecto, y saliendo uno cada hora.

 

 

Lo típico en cuanto al monte Hakodate es ir a visitarlo al anochecer, para disfrutar de una de las mejores vistas nocturnas del país, pero viendo el frío que hacía a las 12 de la mañana, no quería imaginarme lo que sería estar en aquella cima a las 19:00. Así que estuve unos 15 minutos viendo la ciudad desde lo alto, y no estuve más porque si abajo hacía frío, aquí arriba ni les cuento. Y no fui el único, porque todos los que subieron conmigo, que no eran muchos, bajaron a la misma vez que yo.

 

 

Y ya de vuelta en Motomachi, me eché a caminar por donde mismo vine ya que tenía pensado ir a un restaurante de ramen que había mirado desde casa y que tenía buenas críticas. El sitio se llama Hakodate Noodle Kitchen Ajisai, y aunque no estaba mal tampoco me pareció de los mejores que había probado en este viaje.

 

 

Y por cierto, si hay algo que merezca una crítica en esta ciudad, es el mal estado en que se encuentran sus templos y santuarios, los cuales vi bastante descuidados, al igual que las carreteras, que casi me parto el tobillo al cruzar por meter el pie en un socavón. Y sí, soy algo torpe, pero si encima me ponen trampas pues lo tenemos claro.

Y hasta aquí el día de hoy. Ahora a estar calentito en la habitación, en la cual hay una tele que comparándola a la de ayer parece una Game Boy. Mañana seguimos en Hakodate, que toca comprobar si aún quedan cerezos en flor o no. ¡Hasta mañana!.

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