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Directo a Japón 2018 - Diario de viaje (Día 19) - Osaka

Reencuentro en Osaka

18 de Marzo de 2018

     Hoy me levanté con ganas. No quiere decir que el resto de días no las tuviera, pero hoy era especial, ya que iba a recoger al aeropuerto a alguien especial que me acompañará por Japón durante los próximos 14 días.

  • Me despido de Kobe rumbo a Osaka:

Me desperté sobre las 7:00, ya que tenía que coger el tren a eso de las 8 y poco. Primero debía tomar un tren desde Kobe hasta Shin-Osaka, y luego de allí subirme al Haruka, el tren expreso que va y viene del aeropuerto de Kansai. Hoy parece que esa repentina alergia me está dando un respiro, aunque anoche aún notaba que me costaba respirar un poco. Tuvo que ser que la jornada de ayer fue especialmente intensa para los alérgicos, porque por Twitter leí a alguno que otro quejándose de lo mismo.

Ya en el aeropuerto, me fijé en que habían bastantes chicos jóvenes con un cartelito de la Universidad de Kansai, y por lo que pude ver eran voluntarios que estaban allí para prestar ayuda a los nuevos estudiantes, ya que el curso en Japón comienza en el mes de abril. La verdad es que es todo un detalle, y desconozco si pasa algo similar en otros países. Mi destino era la terminal de llegadas internacionales, que en este aeropuerto está separada en dos puertas, la norte y la sur. Según la web del aeropuerto, la puerta que correspondía a la compañía en la que volaba la persona que iba a recoger era la norte, pero tras un rato delante esperando esa persona me mandó un mensaje diciendo que estaba en la puerta sur. Moraleja: no te fies de las webs de los aeropuertos.

 

 

Una vez llegó esa persona, lo siguiente fue subir una planta para ir a la oficina donde canjear los bonos de varios JR Pass que teníamos, tanto ella como yo. Aquello estaba a tope de gente, por lo que la chica que nos atendió nos pidió que las reservas de asientos que queríamos hacer las solicitáramos en otra estación. Así que con todos los pases del viaje ya canjeados y en nuestro poder, fuimos a coger nuestro tren. Teníamos dos opciones, o esperar al siguiente Haruka, que por el tipo de pase de un día que ella había solicitado no le permitía reserva de asiento, o coger un tren rápido que nos llevaba directos a la parada del hotel. Éste tardaba unos 15 minutos más, pero el no tener que hacer transbordo y que salía antes nos acabó de convencer.

La verdad es que se me hizo un poco pesado el viaje, pero tras algo más de una hora ya estábamos en la estación de Nishikujo, que está a escasos metros de nuestro alojamiento de hoy, el Hostel Jin.Como me imaginaba, teníamos que esperar a la hora del check-in para entrar a la habitación, pero lo que me molestó un poco es que fuera a partir de las 16:00, que teniendo en cuenta que les pago por un día entero no me parece bien que se queden con 5 horas de regalo (el check-out es a las 11:00).

Ante este panorama, y a pesar del cansancio de ella, nos fuimos a la estación de Nankai Namba, donde debíamos canjear el vale por los billetes para 2 días que nos permitirían movernos entre Osaka y Koyasan, nuestro destino a partir de mañana. Nos bajamos en la estación JR-Namba, ya que es la que conectaba directamente con la estación del hotel, y de allí debíamos ir caminando a través de unos pasajes subterráneos hasta la de Nankai. Aquello es otro mundo, a veces alucino con la cantidad de cosas que te encuentras en los subterráneos de una ciudad. Lo primero que vimos fueron unas actuaciones de niños y adultos bailando y cantando una mezcla de sonidos tradicionales con canciones más modernas.

 

 

Después de estar un rato viéndolos, empezamos a caminar hacia la estación de Nankai Namba, atravesando pasajes llenos de tiendas, restaurantes, exposiciones, de todo un poco. Estaba atestado de gente, se notaba que era domingo y encima es que en Osaka siempre hay movimiento.

Ya en la oficina del turista, realizamos el intercambio, y un señor mayor muy amable nos anotó en bolígrafo para qué era cada billete que nos daba. Se esmeró bastante en que nos quedara claro, todo un detalle que le agradecimos. Tras salir de allí, la siguiente parada era acercarnos a ver el ambiente en el Nipponbashi Street Festa 2018, un macroevento dedicado al cosplay que abarrotaba toda la calle de Den Den Town y aledañas. Era la primera vez que asistía a un evento de este tipo y la verdad es que me sorprendió bastante ver en persona la forma en que se organizan los aficionados para fotografiar a las chicas que hacen cosplay, o el nivelazo de los trajes que se movían por allí.

 

 

Igualmente habían algunos detalles que me chocaban un poco, como ver a chicas muy jovencitas bastante ligeras de ropa ser fotografiadas desde muy cerca por señores que pasaban de los cuarenta. Llámenme anticuado, pero no me parecía bien aquello. Habían miles y miles de personas ocupando cada centímetro de calle, llegando a agobiar en ciertos momentos. Muchísimas personas con sus trajes de cosplay posando para todo aquel que los quisiera fotografiar, incluso algunas chicas tenían a su alrededor a más de 20 personas sacándole fotos a la vez, una locura.

 

 

Cuando ya creímos que teníamos suficiente de aquello, nos empezamos a escapar por una de las calles paralelas, y siendo la hora de comer pusimos rumbo a un restaurante de Okonomiyaki bastante bien valorado en internet, el Okonomiyaki Chitose. Es un local muy muy pequeño, por lo que al llegar tuvimos que hacer cola durante algo más de una hora. Rezábamos para que aquello valiera la pena, y ciertamente la valió, porque estaban buenísimos aquellos okonomiyakis. Y encima al pagar la cuenta te obsequian con unas gomas de borrar de distintas formas que les dan a sus clientes.

 

 

Con el estómago lleno, pasamos a dar una pequeña vuelta por la zona de Shinsekai, que ya la conocíamos de otros viajes, por lo que no nos entretuvimos mucho. Eso sí, mencionar que en esos pequeños callejones que pasan por debajo de las vías del tren más cercanas hay un mundo aparte. Cientos de personas metidas en mini restaurantes, convertidos a veces en improvisados karaokes, o decenas de señores mayores jugando al shogi. Era todo un espectáculo que no vi las otras veces que estuve por allí.

 

 

Siendo ya la hora para el check-in, y yo deseando quitarle peso a mi mochila quebrantaespaldas, cogimos un tren en la estación de Shinimamiya que en tres paradas nos dejaba en el hotel. La habitación hay que decir que está bastante bien, es amplia, con cocina, una gran terraza y un baño enorme, en comparación a los otros que he visto en Japón. Todo está muy bien cuidado, y a la entrada del apartamento dejan unos pequeños calcetines para que se los coloques a las ruedas de tu maleta y así no rayar el suelo.

Ahora toca descansar un poco, sobre todo ella que viene reventada del viaje. Así que cuando despierte de su siesta nos daremos un salto a Dotonbori para revivir ese ambiente nocturno tan peculiar de esta ciudad, y que a mi en concreto me encanta.

Por cierto, ahora que me acuerdo. Ayer acabé el diario comentando que me iba a cenar a un restaurante donde probaría auténtica carne de Kobe. Pues la experiencia estuvo bien, estuve acompañado por dos parejas, una estadounidense y otra australiana, con la peculiaridad de que eran todos de facciones orientales. Yo llegué el primero, para no variar, y me atendió el que tenía pinta de ser el dueño del restaurante, un señor mayor japonés, que para mi desgracia, era el que peor hablaba inglés de todos, así que me costó entenderle varias cosas, pero fui escapando.

Más adelante apareció el cocinero, que comenzó a prepararnos los acompañantes sobre una plancha situada en medio de la gran mesa. Se notaba que tenía el guión aprendido porque nos decía a todos las mismas cosas, con alguna pequeña variación, pero el hombre tenía su gracia. Cuando llegó el momento, nos mostró los trozos de carne que iba a preparar. Tenían buena pinta, pero al no ser tampoco un experto en el tema si me dice que es carne del Olimpo me lo creo igualmente. 

 

 

Ya con todo preparado, llegó el momento de averiguar si la fama de esta carne era merecida. Y creo que no podré sacarles de dudas, porque ahora mismo no se si es que me pareció una carne normalita, muy tierna eso sí, o es que la alergia me aletargó el sentido del gusto. Pero si ahora me preguntas si volvería a pagar 9.000 ¥ por aquel menú, te digo que preferiría gastármelos en compras y comerme aquel delicioso plato de Naha por 390 ¥.

Después de acabar con la carne y los acompañantes, nos pidieron que pasáramos a otra mesa, donde me tocó compartirla con una de las parejas. Ahí nos iban a servir un pequeño postre (y digo lo de pequeño con énfasis), y un té. La pareja aprovechó para hacerme un par de preguntas, ya que pareció sorprender a todos que yo fuera a estar dos meses en Japón. ¿Y cómo lo sabían?, te preguntarás. Es que el cocinero nos iba preguntando a cada uno de dónde éramos y cuánto tiempo íbamos a estar en Japón, y claro, cuando respondí yo fliparon un poco.

Cuando acabamos con el postre y el té vi que nadie se movía, ni los camareros, ni el cocinero, ni el dueño. Y a mi me estaban entrando ganas de ir al baño, y como no vi ninguno en el restaurante, hice un rápido cálculo mental de cuanto tardaría en llegar al hotel desde allí y me despedí amablemente de todos. Tal vez sigan allí sentados desde anoche, no lo se. El caso es que estuve a punto de sufrir un drama de dimensiones gigantescas en mitad de Kobe, pero gracias a que decidí no esperar en los últimos 3 semáforos llegué a tiempo a mi habitación. Qué momento más duro.

 

 

Y en breve irá siendo hora de despertar a la bella durmiente y poner rumbo a la noche de Osaka, así que mañana ya les contaré qué tal desde el templo donde vamos a alojarnos en Koyasan. ¡Hasta mañana!.

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